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La Obsesión Por la Porcelana

En nuestros anteriores escritos nos hemos referido a Capodimonte, a Meissen y a otras muchas empresas de porcelana. Todas procedentes de esa peregrinación que hace siglos nos llevó a China, a Inglaterra, a una Germania distinta en sus fronteras a la que ahora conocemos. Paradas y fascinantes historias de por medio en esa singular aventura. En ese sorprendente deseo en descubrir la blancura del hasta entonces misterio que la porcelana acuñaba.

¿Quién no podría obsesionarse con la porcelana? se pregunta el alfarero y ceramista británico Edmund de Waal, experto en el movimiento Bauhaus, al emprender un largo recorrido por esos tres lugares y al que vamos a dedicar este breve escrito. Hay escritores que enseñan a mirar y a tocar. El lo consiguió. Con una narrativa refinada nos hace partícipes de su propia travesía. De su deseo por conocer el aspecto que la porcelana presenta bajo la atenta mirada de cielos tan distintos. Le sorprende Jingdezhen , en la provincia china de Jianxi, capital de la porcelana e historia viva del oro blanco donde, desde emperadores hasta el propio Mao Tse Tung eran fieles consumidores de su producción. Le admira el oficio artesanal de su elaboración que durante generaciones ha ido sobreviviendo de padres a hijos" Nadie está aquí por la estética están aquí para ganarse la vida" escribe y a la vez se asombra de las visitas a las colecciones de Luis el Grande de Hungría o del Duque de Berry.

"El Oro Blanco"  más de 500 páginas dedicadas a una obsesión.

Visita Versalles, conoce Dresde, la ciudad en la que, a principios del siglo XVIII se reveló el secreto de como hacer la porcelana en Europa. Muy revelador en su texto el capítulo dedicado a la porcelana de Allach, que contó para su producción con los prisioneros del campo de concentración de Dachau. Son episodios, todos ellos, de una intensa narración que prosigue en Inglaterra con su parada obligatoria en la ciudad de Plymouth y que podemos leer en ese libro revelador "El Oro Blanco" más de 500 páginas dedicadas a una obsesión.

De Walt es alto, desgarbado y el mismo hecho de reconvertir en estudio una antigua fábrica de armas define su carácter. La referencia de su libro data del siglo XIII, con el regreso a Europa de Marco Polo con un frasco verdinegro sin parecido a nada visto con anterioridad. Cuenta en su libro su vita a China llena de anécdotas y relatos y crónicas. Desde el Emperador Zhu Ze enamorado del blanco hasta el presente marcado por los encargos de Starbuck. Ahí está la referencia al Monarca Augusto de Sajonia en su irremediable pasión por la porcelana que contagia a sus vasallos. De lectura necesaria es el capítulo dedicado a William Cookworthy, ese farmacéutico seguidor de Swedenborg. En definitiva un libro apasionante, una crónica siempre actual de un tema siempre elocuente.


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